El mercado financiero a nivel global tuvo un mes de julio marcado por las noticias provenientes de China. Si bien la volatilidad provocada por la intervención del gobierno en su economía y bolsa no es nueva, las dimensiones que estas alcanzaron han levantado las alertas de la comunidad internacional.
Aunque parezca obvio, vale la pena recordar la organización política y administrativa de la República Popular China. En términos simples, se puede decir que es un Estado socialista gobernado por el Partido Comunista, pero que, a través de diferentes reformas, desde el año 1978 ha abandonado el concepto de economía centralmente planificada, tradicional de este tipo de gobierno. Con esta innovación del llamado “Capitalismo de Estado”, más la incorporación a la Organización Mundial de Comercio el año 2001, hemos visto como la economía china ha logrado un crecimiento económico sin precedentes en la historia moderna. Si sumamos a lo anterior el tamaño de su población vemos el espacio perfecto para la creación y desarrollo de industrias y empresas de un tamaño a la par de cualquier potencia mundial, sujeto a la efectividad para atraer la atención y flujos de inversionistas locales e internacionales. Esto último se ha logrado con una apertura gradual de su cuenta de capitales a inversiones extranjeras, la cual se ha profundizado en los últimos 5 años.
De este modo, se reúnen todos los ingredientes que un inversionista ávido de retornos superiores a los del promedio del mercado necesita para incluir a las acciones chinas en un portafolio global. Así, podemos ver el aumento de extranjeros institucionales invertidos en acciones listadas en las bolsas de Shangai y Shenzen, inversionistas globales de distintos tamaños invirtiendo en acciones chinas listadas en Hong Kong y una cantidad creciente de empresas (o vehículos relacionados a ellas) listándose en el mercado americano. Entonces, ¿Por qué el gobierno chino ha tomado decisiones que en un principio van en contra de la prolongación del éxito/crecimiento de sus empresas líderes?
Volvamos a lo básico. En una economía liderada por la disrupción digital como la actual, las empresas ganadoras son aquellas capaces de llegar a un público masivo, de forma directa y con la posibilidad de capturar la mayor atención de éste a través del aprendizaje o influencia en sus hábitos de consumo, comportamiento y esparcimiento. Con esto, vemos que empresas como Alibaba, Ant Group, Tencent, Didi, Tal Education entre otras, cumplen con estos requisitos, han sido exitosas y a la vez afectadas por las recientes decisiones de política China. ¿Qué tienen en común? Mucha información de la población local, como también la tienen Facebook, Google y Amazon. ¿Dónde está la diferencia con Estados Unidos? La respuesta rápida se encuentra en la Constitución de cada país, donde vemos que, en el caso del gigante asiático, el primer artículo de su carta magna prohíbe la disrupción del sistema socialista bajo cualquier término para cualquier organización o individuo. La información de la población es clave, sensible e instrumental, y naturalmente la denominada “expansión desordenada del capital” atenta contra ella. Estados Unidos también ha intentado intervenir a estos gigantes tecnológicos, pero hasta ahora no lo ha logrado. China seguirá jugando un rol clave en los portfolios internacionales, aún mantiene un alto potencial de crecimiento y rentabilidad, sin embargo, antes de llegar y comprar en medio de la incertidumbre, recuerde un proverbio chino que dice “un momento de paciencia puede evitar un gran desastre, mientras que un momento de impaciencia puede arruinar una vida entera”.
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