Si en 2018 la economía fue de más a menos, en el calendario actual debiera ser al revés.
Si en 2018 la economía fue de más a menos, en el calendario actual debiera ser al revés: en 2019 debiese ir de menos a más. La desaceleración de la actividad durante la segunda mitad del 2018 fue mayor a la esperada, dando cuenta de un menor dinamismo del mercado laboral y del consumo, el cual debería traspasarse hacia la primera parte del presente año. En la medida en que el escenario internacional no muestre un deterioro mayor, el crecimiento del PIB debería acelerarse en el segundo semestre, promediando 3.4% para el año completo.
La recuperación del mercado laboral ha sido lenta, pero debería continuar durante este año. A medida que la economía se recupera, la composición del empleo ha cambiado hacia empleos de mayor calidad. En efecto, las cifras del INE muestran que la creación de empleo ha sido liderada por el trabajo asalariado, con un menor crecimiento del empleo por cuenta propia. El problema es la velocidad de la dinámica. Si bien los registros administrativos sugieren que dicha recuperación podría ir a un ritmo mayor, la desaceleración de los salarios desde 2015 indica que aún hay holguras en el mercado laboral.
La desaceleración reciente del consumo, especialmente en bienes durables, es reflejo de un mercado laboral débil. Esto es consistente también con el deterioro de la confianza de los consumidores, la cual se mantiene en niveles pesimistas desde agosto del año pasado. Hacia adelante, cabe esperar que el consumo repunte a medida que los datos laborales muestran mayor dinamismo.
La nota positiva viene por la inversión, la cual sorprendió al alza en 2018. La evolución reciente de indicadores de corto plazo, como las importaciones de bienes de capital y los planes de inversión, sugieren que esta comenzaría 2019 en buen pie. El grueso de la inversión vendría dado por el sector minero. Los catastros realizados por la CBC durante el segundo semestre de 2018 muestran una fuerte corrección al alza en los proyectos mineros para 2019.
El 2019 debería ser otro año de inflación moderada. La nueva canasta del IPC muestra que la inflación venía evolucionando por debajo de lo previsto, situándose en 1.8% en enero. Esto es consistente con una economía que aún no cierra sus holguras de capacidad, manteniendo las presiones inflacionarias domésticas acotadas. Por el lado externo, la caída en el precio de los combustibles y la apreciación reciente del peso ayudarán a que la inflación fluctúe en torno a 2% durante el año.
Finalmente, es de esperar que el BCCh continúe retirando el estímulo monetario. La reciente desaceleración de la actividad y un entorno global complejo sugieren cautela y paciencia. Además, los bajos registros de inflación y la caída del precio del petróleo le dan espacio al BCCh para evaluar el ritmo de recuperación de la actividad sin riesgo de que se desanclen las expectativas inflacionarias. Por ello, es de esperar que nuevas alzas ocurran en el último tercio del año, con la TPM cerrando 2019 en 3.25% o 3.5% dependiendo de la evolución de las condiciones macroeconómicas.
*Columna publicada en El Mercurio Inversiones el 21 de febrero de 2019.
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